Pedro Peñaloza
“El pasado siempre está presente”.
Maurice Maeterlinck
A propósito de los cien días del gobierno de Sheinbaum, se ha dicho con insistencia y hasta presunción que “ahora tenemos una presidenta científica”. Sin matiz alguno.
Quizá los propagandistas de esa cosa llamada “4T” han creído que enaltecer el nivel académico de la también ex activista universitaria podría otorgar superioridad moral y política sobre sus antecesores, incluido el inmediato anterior, quien en algunos momentos la presumió, quizá para justificar su imposición.
En efecto, estamos en presencia de una construcción mediática que pretende convencer que el arribo de este grupo dominante significa un salto cualitativo frente al anterior, sin embargo, los hechos son necios. Porque los conocimientos de la científica no han hecho diferencia con las prácticas anquilosadas y atrabiliarias de otros mandatarios. Veamos algunos ejemplos recientes:
Proponer como cónsul en Miami a Rutilio Escandón, después del desastre, la corrupción y la frivolidad de su gobierno en Chiapas; otro nombramiento basado en la lealtad y complicidad, es el de Cuitláhuac García en Cenagas, quien exhibió prepotencia, arbitrariedad y múltiples casos de corrupción; una acción que legitima los regímenes autoritarios de la región es enviar a un representante del gobierno a la toma de posesión del dictador Maduro, justificándose, diciendo que “fue decisión del pueblo venezolano”, con elecciones fraudulentas, miles de ciudadanos presos por protestar y donde nunca se exhibieron las boletas del “triunfo”, que hasta el propio AMLO demandaba.
Ahora, por si faltara algo, la presidenta ha defendido la prisión preventiva oficiosa, ignorando su carácter violatorio al debido proceso y a la presunción de inocencia, derechos mínimos de cualquier régimen democrático, como lo han denunciado reiteradamente diversos organismos nacionales e internacionales.
Lamentablemente, el curso que ha tomado la “presidenta científica” no ha significado un cambio sustancial en la mecánica de gobernar, es más, en sus primeros cien días modificó la constitución para evitar cualquier interferencia a su poder unipersonal, eliminando organismos autónomos y destruyendo al poder judicial para imponer jueces a modo, todo dictado por su inventor desde aquel 5 de febrero.
Si alguien lo duda, además de los anteriores ejemplos, sintonice “las mañaneras del pueblo” y verá cómo se reproducen los reflejos autoritarios del anterior presidente, al denostar a las oposiciones y las opiniones distintas a la narrativa oficial. Todo es mentira o intereses creados, atrás está García Luna y Calderón. Pero la alumna superó al maestro: está convencida del rumbo autoritario y lo defiende a su manera. La pregunta es pertinente: ¿dónde está esa visión científica, basada en la evidencia, equilibrada, para gobernar para todos como prometió? ¡Y lo que falta!
@pedro_penaloz