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Línea Caliente

Por Edgar Hernández

Nunca será suficiente hablar del amigo, del buen hombre, del educador, del político, del hombre de letras, del que empezó de la nada ora trabajando en el campo ora vendiendo bats de beisbol o dedicado a recorrer la sinuosa geografía veracruzana en favor de su causa política.

Se fue el hombre que cimentó una de las mejores universidades de Veracruz ¡Saber para trascender!, la del servidor público, la del incansable educador con tiempo para la bohemia.

Carlos García Méndez, fue un gentil hombre que alternó la teoría con la praxis, con el análisis político desde su tribuna universitaria o desde el pabellón político.

Fue el hombre de la política y la cultura, de la cultura y de la política.

El mismo que otorgaba becas para la causa de la juventud que para construir apoyos a aspirantes en campaña.

Siempre le apostó a la lealtad en la misma proporción que procuró por la amistad.

Imposible dejar de recordar sus actos de humildad, de amigo, de aquel que de manera inesperada tocaba la puerta de tu casa para que le invitaras un café y hablar de política o tal vez cómo construir un mejor Veracruz, acaso el qué hacer para fortalecer el provenir de Veracruz.

Hombre sencillo, apasionado por la guitarra y el bel canto, siempre tuvo presente, desde la época de don Fernando, esos eternos recorridos a pie, en aventones o en raid de los amigos por el distrito electoral de Xalapa y 17 municipios más donde terminaba tomando café con don Pepe Yunes allá en San Julián.

Y ese sueño, hecho realidad, de fundar una máxima casa de estudios.

Siempre impecable, siempre atildado, cortes, gustoso de invitarte a desayunar a su oficina donde tenía un chef, un rico menú y buena música.

También degustaba en el Fiesta Inn donde daba generosas propinas.

Con él, eran horas de charla sobre un mejor futuro para los veracruzanos o sobre la modernización de la educación con carreras en boga o aquellas malas experiencias que tuvo con un socio de infausta memoria que lo engatusó con la filial de TV Azteca.

“¿Como quisiera tener 10 millones?”, dijo un día cualquiera en que le echó el ojo a un terreno al lado de la Universidad de Xalapa, allá en Lázaro Cárdenas, así que fue al banco, pidió un préstamo con lesivos intereses, pero compró.

Esa propiedad es desde donde este día se le despide, donde se le da el adiós.

Acaso por ello es buen momento para un trovador que se va evocar aquello que hizo famoso al cantautor Alberto Cortés sobre cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va, queda un tizón encendido, que no se puede apagar ni con las aguas de un río… Cuando un amigo se va una estrella se ha perdido, la que ilumina el lugar donde hay un niño dormido… Cuando un amigo se va galopando su destino empieza el alma a vibrar

porque se llena de frío… Cuando un amigo se va se queda un árbol caído que ya no vuelve a brotar porque el viento lo ha vencido”.

Buen camino para el amigo Licenciado en Derecho por la Universidad Veracruzana con una Maestría en Ciencias de la Educación en el Instituto de Estudios Superiores de Puebla y ese Doctorado en Filosofía con especialidad en Ciencias de la Educación por la Atlantic International University o aquel en Derecho por la Universidad de Almería, España.

Buen camino para el amigo que deja una indeleble huella como fundador con Rubén Pabello, en 1992, de la Universidad de Xalapa, la primera institución de educación superior privada en la capital veracruzana que ha dejado cientos de egresados incorporados a la vida pública veracruzana y nacional.

Cuando el amigo se va, toca al corazón hablar.

Hasta siempre amigo.

Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

Por enportada

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