- José Julio Díaz Infante afirma que es un acto de comunicación que requiere creatividad y oficio
- La UNAM ofrece la licenciatura en Música-Composición
- El 15 de enero se conmemora el Día del Compositor
Ciudad Universitaria, 14 enero 2025.- La composición musical es un arte vivo; ese trabajo es fundamental para cualquier sociedad, ya que está presente en prácticamente todos los aspectos de la vida, señala el director general de Música de la UNAM, José Julio Díaz Infante.
Refiere que, además, es cómplice de otras manifestaciones artísticas, sin la cual, por ejemplo, no podemos imaginar a la danza o al cine; y detrás de ella siempre hay un autor. Por eso es tan importante el rol de las y los compositores.
En entrevista comenta que México es una potencia en este rubro: a los artistas universales y emblemáticos, como Silvestre Revueltas, Carlos Chávez, Manuel M. Ponce o Ricardo Castro, se suman contemporáneos como Gabriela Ortiz, Arturo Márquez, Hilda Paredes, Ana Lara y otros de generaciones más jóvenes.
Con motivo del Día del Compositor, que se conmemora el 15 de enero, recalca que esta área, como otras del quehacer artístico, es diversa. Hay autores de diferentes géneros, tanto en música popular como en música de concierto con una gran cantidad de estilos y subgéneros.
De acuerdo con la Secretaría de Economía, la fuerza laboral de compositores y arreglistas durante el segundo trimestre de 2024 fue de mil 840 personas, con una edad promedio de 41.7 años, quienes laboraron 53.7 horas semanales; en 94.9 por ciento de los casos, son trabajadores informales.
Del total, detalla la dependencia gubernamental, 94.9 por ciento son hombres y 5.1 por ciento, mujeres. La mayoría se ubicó en la Ciudad de México, Jalisco y Oaxaca.
En la licenciatura en Música-Composición de la Facultad de Música (FaM) de la Universidad Nacional se forma a profesionistas capaces de realizar obras originales de alto valor estético, contribuyendo con ello al enriquecimiento de la cultura nacional y universal. Actualmente estudian 63 alumnas y alumnos, cuya formación les permitirá desarrollarse también en los campos de la investigación o la docencia.
De acuerdo con la página de internet de la entidad, la carrera tiene una duración de ocho semestres; y aunque del total del ingreso solo cinco por ciento corresponde a mujeres, la Facultad cuenta con destacadas egresadas como María del Consuelo Granillo González y Lucía Álvarez Vázquez.
¿Se nace o se hace?
Un compositor, expresa Díaz Infante, nace, pero también se hace, sobre todo en el terreno de la música de concierto, sinfónica y de cámara. “Debe haber un talento, que a veces es nato y otras no, pero que se desarrolla desde las etapas tempranas de vida; pero en cualquier caso es fundamental el desarrollo del oficio”.
El excoordinador nacional de Música y Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, y ganador de la Beca Fulbright-García Robles para realizar estudios de posgrado en la Universidad de Louisville, Estados Unidos, recuerda que detrás de una composición, por ejemplo para un cuarteto de cuerdas, puede haber numerosos años de estudio.
El proceso de escribir música, sobre todo de concierto, entraña una sólida formación académica, aunque también hay ejemplos de autodidactas que han efectuado un trabajo destacado, aunque quizá más en el ámbito popular y tradicional.
En cualquier caso, poder expresarse a través del lenguaje musical requiere una amplia labor. “En el medio decimos que componer implica un cinco por ciento de inspiración y un 95 de transpiración; el trabajo serio y constante es lo que te va forjando a lo largo del tiempo”, subraya.
El compositor y docente apunta que en la música vocal, desde una ópera hasta una canción pop o un corrido, hay un texto a partir del cual se compone la música. En la llamada música absoluta, la que no parte de una historia, las fuentes de inspiración pueden ser variadas, por ejemplo la naturaleza: lluvia, nieve o el mar; otras se pueden inspirar en obras plásticas, o en lugares, incluso en personajes.
Hay otros casos donde artistas de vanguardia han buscado la manera de representar auditivamente alguna idea extramusical, que relacionan, incluso, planos arquitectónicos con creaciones sinfónicas o basadas en las matemáticas. En mi caso, tengo varias motivadas en los pregones que oímos en la calle, entre ellas Fierro viejo que venda, o Tamales oaxaqueños y otras basadas en palíndromos.
A decir del experto, el proceso de composición es personal; cada autor tiene métodos diferentes, incluso para distintas piezas. Todo puede surgir de un juego con un instrumento, o uno tiene la música en la cabeza y la escribe hasta que toma forma. Es interesante porque se trata de un diálogo, donde la obra empieza a hablarle a uno e indica el camino a seguir. Otras veces hay una comisión con una temática especial, argumenta el también gestor musical.
Además de entender cómo funciona la música (por qué dos acordes suenan a un final, y otros se escuchan alegres o tristes, o dos notas juntas sugieren tensión), y conocer de armonía o acústica, el compositor debe tener “algo que decir”. La composición es un acto de comunicación que requiere creatividad y oficio, destaca.
La música permea prácticamente todos los ámbitos del quehacer cotidiano, y así ha sido durante la historia de la humanidad. Además de relacionarse con la espiritualidad, incluso es un producto utilitario, como los jingles en la mercadotecnia. “También ahí hay amplia labor de los compositores”. La música para los medios, cine, videos, plataformas, tiene un rol fundamental en la carga emocional y dramática, aseveró Díaz Infante.
Amplia riqueza
El 15 de enero de 1945 se fundó la Sociedad de Autores y Compositores de México, con el fin de reconocer los derechos de autor; fue a partir de 1983 cuando, de forma oficial, se comenzó a celebrar el Día del Compositor.
Díaz Infante sugiere a la sociedad darse la oportunidad de acercarse a la música universal y de los grandes compositores, así como a disfrutar el trabajo de las y los autores contemporáneos que crean obras de corte tradicional, vanguardista o experimental, o que retoman nuestras raíces y las conjuntan con la música de concierto, etcétera.
La riqueza en la composición mexicana actual es amplia y la Dirección General de Música, que colabora estrechamente con la FaM, tiene entre sus funciones dar a conocer al público universitario y a la sociedad en general las creaciones de todas las épocas, concluye.
FUENTE: UNAM