Por: Farid Barquet Climent
León, Guanajuato, 30 marzo 2025.- Mediaba el año 1992 y los Pumas de la UNAM tenían la expectativa de conseguir el primer bicampeonato de su historia. La temporada anterior, 1990-91, habían levantado el trofeo de Liga. Si bien ya no contaban con baluartes que contribuyeron decisivamente a la conquista de aquel título —empezando por Ricardo “Tuca” Ferreti, que puso fin a su carrera como jugador precisamente para asumir la dirección técnica del equipo— mantenían en sus filas, entre otras figuras, a las que integrarían la columna vertebral de la selección nacional de los años siguientes: el flamante bicampeón de goleo individual, el hoy analista Luis García; el habilidoso extremo David Patiño; un sinónimo de seguridad en la defensa como Claudio Suárez; y el futbolista polivalente, el delantero encarador y portero sensación: Jorge Campos. Además, Manuel Negrete había regresado al plantel para apuntalarlo luego de su paso de un año por los Rayados del Monterrey. Y nuevos valores, como el veloz Jorge Santillana y el caracolero Moisés Garduño, aportaban variantes en el ataque. Los universitarios tenían todo para refrendar su supremacía.
Pero esa aspiración tan llena de probabilidad no logró consumarse porque los auriazules se toparon en la primera instancia de la Liguilla con el equipo revelación, el León, que los venció en los dos partidos de los cuartos de final.
Es una manida expresión futbolera decir que “para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo”. Pero el 20 de mayo de 1992 se cumplió a la letra. Francisco “Paco” Uribe, formado en las fuerzas inferiores unamitas, militaba para entonces en los Panzas Verdes. El entrenador Víctor Manuel Vucetich no lo incluyó en el once titular, pero lo mandó a la cancha de cambio en el segundo tiempo. A falta de un minuto para el final del encuentro, Uribe se internó en el área puma por el costado derecho y lanzó un centro que, con dificultades, Zé Roberto empujó al fondo de la portería sur.
Con la desventaja a cuestas, Pumas se presentó a la vuelta cuatro días después con un planteamiento táctico más ofensivo. Pero el resultado fue el mismo que el del partido que se jugó en la capital del país. No fue otra vez Zé Roberto, sino su paisano Milton Queirós “Tita”, a la sazón ganador del trofeo Citlalli al jugador más valioso de la temporada, el que remachó el pase del conjunto leonés a la semifinal por global 2-0. Tras eliminar a Pumas, León ya no detendría su paso sino hasta salir campeón tras imponerse al Puebla en la serie final.
Para la causa puma se malograba así el sueño de lograr el bicampeonato. Habría que esperar doce años, cuando dirigido por Hugo Sánchez, Pumas lo consiguió en el Clausura y el Apertura de 2004, erigiéndose en el primer equipo mexicano en conseguirlo en la era de los torneos cortos, logro en el que habría de emularlo, por primera vez, precisamente el club que en aquel 1992 se lo frustró: el León, que obtuvo los títulos del Apertura 2013 y del Clausura 2014.
Mañana 30 de marzo León y Pumas se medirán por la jornada 13 del Clausura 2025. Atravesado por la sacudida institucional que supone su eliminación administrativa del próximo Mundial de Clubes, León arriba en segundo lugar de la tabla general, tan sólo detrás del líder América, mientras que Universidad Nacional, luego de la controversial derrota en casa ante Monterrey previa al parón por la fecha FIFA, se mantiene en el nada plausible décimo primer puesto.
El enfrentamiento dominical entre equipos felinos permitirá saber a qué grado las consecuencias de regirse bajo un flagrante esquema de multipropiedad afectarán negativamente el rendimiento deportivo del conjunto guanajuatense en su primer compromiso liguero luego del anuncio de la sanción, al tiempo que se someterá a una dura prueba en cancha ajena la gestión pretendidamente renovadora de Efraín Juárez, cuyo desafortunado discurso supuestamente motivacional, el primero que pronunció antes sus nuevos jugadores, alusivo a defecaciones sanguinolientas como condición para alcanzar triunfos —“para ser campeones hay que cagar sangre”, dijo— bien pudo quedarse en la intimidad del vestuario y no ser difundido por el área de comunicación del propio club con el poco edificante propósito de que recibiera en las redes sociales el acostumbrado eco que le ofrecen a las estridencias más pendencieras.