· Durante el IX
Congreso Nacional de Ciencias Sociales se abordaron temas como democracia,
ciencia, pobreza y desigualdad, entre otros
· Participaron Miguel
Armando López Leyva, Julie-Anne Boudreau, Juan Salgado Ibarra, Gina Zabludovsky
Kuper, Antonio Lazcano Araujo, Judit Bokser Misses-Liwerant, Oscar Contreras
Montellano, Claudio Lomnitz Adler, Alejandro Portes, Luis Raúl González Pérez, Gabriela
Sánchez López y Rosa Elena Zapata Sandoval
En la actualidad están en
marcha procesos de erosión democrática a los que también podemos llamar
regresión, deslizamiento inverso o declive democrático, según la perspectiva
que cada uno use, sostuvo el coordinador de Humanidades de la UNAM, Miguel
Armando López Leyva.
Durante los
trabajos del IX Congreso Nacional de Ciencias Sociales. Las ciencias sociales y
los retos para la democracia mexicana, del Consejo Mexicano de las Ciencias
Sociales (COMECSO), expuso:
Dábamos por sentada
la democracia; sin embargo, experiencias recientes muestran que hasta naciones
con mayor costumbre en este ámbito están sujetas a riesgos en sus derechos y
libertades. Por ejemplo, en Estados Unidos, país con una tradición liberal
democrática, la presidencia “trumpista” fue un gran impasse en
esta trayectoria, un ejemplo paradigmático.
En la mesa “Las
ciencias sociales, elecciones y desafíos sociales: El rol de la investigación y
la enseñanza”, López Leyva planteó que las elecciones siguen siendo un elemento
fundamental de legitimación, incluso nunca lo han dejado de ser. Los procesos
de autocratización ocurren en regímenes con comicios, con las características
que la democracia ha planteado: competitivas, limpias, libres.
En el encuentro,
organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y el
COMECSO, la investigadora del Instituto de Geografía de esta casa de estudios y
directora del grupo de investigación Tryspaces, Julie-Anne Boudreau, afirmó:
Para transmitir sus
conocimientos, los profesores deben salir de los salones de clase, ir a la
calle. “La mejor manera de compartir conocimiento es a través de relaciones
interpersonales, hablar a la gente de una manera distinta a como lo hacemos en
las aulas”.
De acuerdo con la
especialista, las ciencias sociales son importantes para fomentar la
participación de los jóvenes en el proceso político, con algunas condiciones,
entre ellas enseñar fuera del salón universitario, en laboratorios callejeros o
vivos.
En el auditorio
Ricardo Torres Gaitán, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM,
el investigador Senior de la Reforma Policial en World Justice Project, Juan
Salgado Ibarra, añadió al respecto que esas disciplinas tienen la ventaja de
ser transdisciplinarias, es decir, pueden reunir a personas expertas de
distintas materias, complementar los conocimientos, el análisis con diferentes
perspectivas, además de generar evidencia para crear políticas públicas y
evaluarlas.
Polos de poder
Al intervenir en la
mesa “La ciencia bajo sospecha: nuevas exigencias al quehacer científico”, la
académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM,
Gina Zabludovsky Kuper, enfatizó que la ciencia tiene valor por sí misma y no
por su relación con alguna causa, pero tampoco se puede justificar los puestos
políticos en función de esta.
La Investigadora
Nacional Emérita del Sistema Nacional de Investigadores, subrayó que esto no
significa que haya una separación radical entre ciencia y valores,
específicamente dentro de las sociales.
Al hacer uso de la
palabra, el profesor emérito de la Facultad de Ciencias, Antonio Lazcano
Araujo, aseguró que en la escena internacional padece una imposición de “modas”
por parte de polos de poder académico que operan como modelos gerenciales del
trabajo científico.
En su oportunidad,
la profesora-investigadora de la FCPyS, Judit Bokser Misses-Liwerant, consideró
que la ciencia enfrenta una creciente desconfianza, sospecha y escepticismo.
“¿De dónde viene esto?, está motivado por factores macroeconómicos y políticos,
además de una ciudadanía decepcionada por falta de respuestas”.
Para el
investigador de El Colegio de la Frontera Norte, Oscar Contreras Montellano, a
lo largo del tiempo las ciencias sociales han estado bajo la constante duda de
su cientificidad.
La más prestigiada
Durante la mesa
“Reflexiones sobre las ciencias sociales en México y Latinoamérica en el marco
de la celebración por el 85 aniversario de la Revista Mexicana de Sociología”,
Claudio Lomnitz Adler, miembro del Consejo Asesor Internacional de este medio
de comunicación de la UNAM, calificó como un momento histórico de gran promesa
para la antropología, especialmente para América Latina, las diferencias entre
la sociedad actual y las anteriores generaciones.
A su vez, Alejandro
Portes, especialista de la Universidad de Princeton, y también miembro del
Consejo Asesor Internacional, dijo que además de documentar la desigualdad y
sus determinantes, también es necesario establecer los medios para superarla.
Previamente, López
Leyva destacó que este fue el primer evento de una serie de encuentros para
celebrar la revista, “una de las más antiguas y, probablemente, la más
prestigiada en ciencias sociales en lengua española que existe hoy en día”.
Durante los
trabajos de la mesa “Pobreza y desigualdad: Los retos de los derechos humanos”,
moderada por Luis Raúl González Pérez, presidente de la Junta Directiva del
Club Universidad, las investigadoras del Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Occidente, Universidad Jesuita de Guadalajara, Gabriela Sánchez
López y Rosa Elena Zapata Sandoval, expusieron que para las niñas y
adolescentes cuidadas en centros de atención social, la supervivencia es la
clave de su existencia.
“Se dice que vivir
al menos tres experiencias adversas en la infancia implica que se requiere una
respuesta de atención para la salud de niñas, niños y adolescentes”, refirió
Sánchez López.
Zapata Sandoval
añadió que parte importante del trabajo con estas jóvenes ha sido identificar
que son sujetos de derechos a la educación, salud, a un techo, pues han
enfrentado múltiples problemas y confían poco en las personas.
FUENTE: UNAM