- El estrés disminuye de manera significativa la creación de nuevas neuronas, indicó Alonso Martínez Canabal
Ciudad Universitaria, CDMX 6 abril 2025.- Con la actividad física se incrementan los niveles de dopamina y serotonina en el cerebro y eso es estratégico porque el aumento de esos neurotransmisores tiene un efecto antidepresivo, explicó profesor del Departamento de Biología Celular de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, Alonso Martínez Canabal.
Los efectos benéficos del ejercicio en ese órgano son contundentes, por lo que es recomendable practicarlo, sugirió en la conferencia Ejercicio y neuroplasticidad, importancia del ejercicio en la memoria y la salud mental.
Por el contrario, alertó en el Aula Magna Leonila Vázquez de esa entidad académica, el estrés disminuye de manera sustancial la neurogénesis (el proceso de creación de nuevas neuronas), lo cual se ha visto post mortem, es decir en cadáveres.
El universitario abundó que la memoria, al tiempo que permanece cambia, y gracias a eso podemos retener la información, pero también reinterpretarla, todo ello sin que lo nuevo entre en conflicto con lo aprendido previamente.
Los seres humanos siempre han tratado de mantenerla; nuestros ancestros, como los mayas, dejaban en estelas el registro de sucesos que siguen siendo muestra de lo que ocurrió en aquellas épocas.
La adquisición de la memoria, de hechos, lugares, cosas, ocurre en el hipocampo, estructura cerebral que cuenta con “neuronas enormes que tienen numerosas conexiones”, detalló en ocasión de la XIII Semana Internacional del Cerebro. Cerebro sano, cuerpo sano, de la FC.
Las dendritas o extensiones neuronales están cubiertas de “espinas”, sitios donde se reciben las aferencias (transmisiones) de otras neuronas, la información, y se genera la sinapsis.
En los contactos sinápticos se almacenan los pequeños “bits” de datos que van a constituir las memorias. “Ese es el espacio físico, la interpretación morfológica del almacenamiento de la memoria”, detalló Martínez Canabal.
Es bueno recordar, pero también saber cuándo tenemos que reinterpretar los hechos de nuestras vidas y avanzar, dejar lo innecesario atrás. Sin embargo, hay una enfermedad donde eso no ocurre: la depresión, padecimiento que tiene varios tipos, entre ellos la crónica y la mayor, donde hay tristeza generalizada, falta de concentración y motivación, así como anhedonia (incapacidad o desinterés por estímulos placenteros).
Estudios recientes indican que lo que subyace a la depresión son los sesgos cognitivos (es decir, enfrentar una memoria neutral y otorgarle una connotación negativa); rumiaciones (“darle vueltas en la cabeza” a un tema que se vuelve cada vez más negativo); y los esquemas autorreferenciados (una serie de “marcos” para encasillar lo que nos va pasando, siempre relacionados con experiencias previas negativas). “El resultado de todo eso es un estado depresivo y de mucha ansiedad”.
La depresión es una enfermedad de la memoria, dijo Martínez Canabal. Es la incapacidad de la modulación de esta para generar una representación realista y positiva del mundo en el que nos encontramos.
El estrés crónico desencadena la liberación de varias hormonas, como los glucocorticoides (cortisol y cortisona) que expulsamos constantemente y que avisan al cuerpo que hay una situación estresante; en los animales, por ejemplo, ocurre cuando falta comida o agua.
Los glucocorticoides “generan bastantes problemas en el cerebro”: en estudios en ratones se ha visto que afectan el hipocampo, la corteza prefrontal -que es donde se toman las decisiones-, y las funciones ejecutivas (todo lo que hacemos conscientemente), además del sistema hormonal y la zona de recompensa; por eso las personas tienen anhedonia, externó.
Esas hormonas son “veneno” para varias estructuras cerebrales que se verá en una disfunción. Durante la depresión, añadió el experto, algunas como el hipocampo, se encojen: los glucocorticoides también provocan que las neuronas decrezcan y que la estructura se comprima.
No obstante, con la técnica de imagenología por resonancia magnética observamos que el hipocampo en personas de edad mayor se encuentra aumentado cuando realizan ejercicio aeróbico. No está claro, pero hay estudios que lo relacionan con la cantidad de oxígeno respirado.
En la glándula pituitaria, controlada por el hipotálamo, tenemos la liberación de hormonas, y con el ejercicio aeróbico se expulsan la hormona adrenocorticotrópica y la del crecimiento. De igual manera, al momento de que los músculos trabajan arrojan otras sustancias que, junto con el factor de crecimiento tipo insulínico, facilitan una serie de procesos plásticos, es decir, la capacidad del cerebro de automodificarse.
Cuando ese órgano cambia constantemente sus contactos sinápticos, cuando crecen dendritas nuevas y extiende sus axones, se trata de procesos de plasticidad, fundamentales al haber daño causado por un accidente cerebrovascular o traumático (golpe), y se cuenta con esos mecanismos de autorreparación, puntualizó.
FUENTE: UNAM