UNO MENOS
Salvador Farfán Infante
6. LA IMPORTANCIA DE LAS ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO Y HABILIDADES SOCIALES
Diversos estudios científicos demuestran la íntima relación que hay entre la falta de habilidades sociales y la dependencia de sustancias psicotrópicas para suplirlas. Así, el entrenamiento de estas habilidades y estrategias de afrontamientos es vital en los tratamientos de drogodependencias. De hecho, las recaídas en los períodos de desintoxicación y rehabilitación se deben a la falta de aplicación de estrategias de afrontamiento. Dichas estrategias cognitivas y conductuales se basan en reforzar:
Un manejo adecuado del estrés y las situaciones incómodas.
Tener autocontrol sobre emociones y comportamientos impulsivos y compulsivos. La autorregulación es clave para evitar caer en adicciones o dependencias dañinas.
El desarrollo de una personalidad asertiva. Lo que implica rechazar contextos o tentaciones de consumo de drogas.
La seguridad en el propio valor personal del sujeto. Ejercitar una autoestima y un autoconcepto social firme; que impida que le afecten las malas influencias.
La capacidad de resolución de situaciones conflictivas.
La planificación de un proyecto de vida que aporte sentido, ilusiones y metas a alcanzar para la satisfacción personal. Y, por ende, rechazar todo aquello que obstaculice esa autorrealización.
Básicamente su finalidad última es dotar a los adictos de herramientas psicológicas que ayuden a contrarrestar la influencia de estresores. Ya sean éstos internos o motivados por circunstancias externas. Se trata, pues, de que la persona no tenga que recurrir a sustancias psicoactivas para sobrellevar situaciones vitales adversas. Ni trate de encajar en grupos de iguales perjudiciales para su crecimiento personal por mera presión social.
En efecto, parte de estas estrategias, además de incentivar el uso adecuado de habilidades sociales, potencian la capacidad de resiliencia. Es decir, la capacidad de saber afrontar positivamente los episodios complejos y adversos. Así, si el sujeto maneja habilidades adaptativas en momentos de presión social o estrés, el riesgo de desarrolla una adicción será mucho menor.
7. LOS FACTORES PROTECTORES QUE CONTRARRESTAN LAS ADICCIONES:
Por tanto, es necesario crear en la vida de la persona adicta un contexto lleno de factores bio-psico-sociales positivos. Será gracias a ellos que podrá afrontar las situaciones de riesgo sin recurrir a comportamientos perjudiciales o compulsivos. Hablamos de los llamados factores protectores. Hawking y Weis, en su Teoría del Desarrollo Social (1985), los definen como: «los recursos personales y sociales que atenúan o neutralizan el impacto de riesgo». Ellos proponen tres factores protectores imprescindibles para reducir el riesgo de consumo de drogas y la adicción:
Poseer una red social sólida y saludable. Ya que las relaciones sociales y familiares actúan como apoyo inestimable para las personas. Aportan bienestar, afecto, seguridad y calidad de vida.
Manejo personal de habilidades sociales. Para evitar sucumbir a los peligros que atañe el consumo de sustancias tóxicas para la salud y la convivencia social.
Contar con un sistema de normas y restricciones que guíe los comportamientos individuales; así como un sistema de creencias sociales basado en valores morales que desaconseje el consumo de drogas.
Cabe añadir que estos factores de protección reducen el impacto que las drogas puedan causar en la vida de las personas por una razón incuestionable. Funcionan como refuerzo de los llamados químicos de la felicidad. Esto es, de los neurotransmisores (o neuromoduladores) que aportan bienestar, como la oxitocina, serotonina, dopamina y endorfinas. Pues cuanto mejor nos sintamos integrados en la sociedad; cuanto mejor sean nuestros vínculos emocionales; cuanto mejor sea nuestro nivel de vida (basado en nuestras actitudes y conductas); y, en suma, cuanto mayor sea el uso adecuado de nuestra inteligencia cognitiva y emocional; menos necesidad tendremos de evadirnos de las situaciones desafiantes y menos nos dejaremos estimular por factores tóxicos.
8. CONCLUSIÓN
Las causas que influyen en el desarrollo de una adicción o una drogodependencia son numerosas y subjetivas. En realidad, se trata de un compendio de diversos factores que se interrelacionan entre sí y confluyen en la conducta adictiva. Lo que nos lleva a preguntarnos hasta qué punto la adquisición de una adicción es realmente voluntaria o involuntaria.
La adicción a las drogas, por su calidad de dependencia física y psicológica, es una enfermedad crónica; en concreto un trastorno cerebral crónico y recidivante en el cual los factores psicológicos y sociales tiene gran incidencia. De hecho, la drogodependencia se vincula estrechamente a trastornos de la personalidad o conductas antisociales. Es la llamada comorbilidad, que ya hemos tratado en artículos anteriores.
Sea como fuere, la adicción, por ser multifactorial, ha de ser tratada con métodos médicos, psicológicos y sociales que remitan sus efectos nocivos. Trabajando especialmente, la carga psicológica que conlleva toda drogodependencia.
Con todo, eludir situaciones de adicciones insanas depende de las habilidades personales, psicológicas y sociales que se posea. Lo bueno es que, como casi todo en la vida, estas habilidades pueden aprenderse y ejercitarse con voluntad y conciencia. Así pues, la clave está en asumir el tratamiento como un proceso, con fases y entrenamiento continuo.
Fuente: Instituto Castelao. España